EDICIÓN NÚMERO 308 ABRIL 2024

Desde hace ya algún tiempo se ha venido gestando uno de los problemas más complejos y onerosos que han debido asumir los importadores; se origina por la tardanza en la realización de los aforos físicos en San Antonio y Valparaíso.

Los usuarios indican que esto se debería en parte al aumento en la cantidad de aforos que ha determinado Aduanas, lo que ha ocasionado demoras de hasta 20 días para que pudiera materializarse la inspección física.

El aumento de costos por estos retrasos es cuantioso, especialmente en lo que se refiere al demurrage o sobre arriendo del contenedor. Recordemos que la regla general en los plazos para que el contenedor –una vez arribado al puerto y posteriormente desocupado, sea devuelto a la naviera– es de 5 a 7 días. Luego de ese plazo comienza a regir un cobro que va desde US$ 100 a US$ 150 diarios. Imagínense qué ocurre cuando han transcurrido más de 20 días: los gastos no contemplados se van a las nubes y el importador no tiene a su alcance ningún medio para defenderse.

Por una parte, se percibe que la cantidad de aforos ha aumentado. Para intentar explicar esto lo mejor posible, diremos que existen a lo menos dos tipos de aforo. El primero –que afecta a los trámites anticipados– se notifica a través de la página Web de Aduanas y está disponible cuando ya ha arribado el barco a puerto. Ese tipo de selección de aforo físico se realiza a través de estudios de perfiles de riesgo que determina la Dirección Nacional de Aduanas, insertos en un sistema computacional, el que también tiene un componente aleatorio.

El segundo, y que los usuarios aprecian que ha aumentado, es lo que se conoce como “riesgo local”, y consiste en que, al momento del retiro de la carga de zona primaria, una operación que inicialmente había sido seleccionada sin aforo es designada para revisión física. Esto genera graves trastornos, por cuanto muchas veces esta notificación de aforo físico por riesgo local se produce al momento del retiro de la carga y cuando ya se ha asignado el camión y este se encuentra listo para el carguío. Aquí el descalabro económico es mayor, pues el transportista, al verse imposibilitado de efectuar el transporte, procede a cobrar al importador lo que se conoce como “falso flete”, ya que el vehículo debe ser reasignado o esperar a que se realice el aforo físico para tener acceso al retiro del puerto.

Las causas de estas graves e injustificables demoras son atribuidas en proporciones similares a los recintos extraportuarios y al Servicio de Aduanas. Los extraportuarios señalan que Aduanas no dispone de personal suficiente y que, con motivo del teletrabajo, existen menos funcionarios disponibles para efectuar los aforos físicos. En cambio, Aduanas aclara que ellos sí disponen de personal suficiente y que el problema del atoche se debe a que los recintos extraportuarios no disponibilizan los contenedores en cantidades adecuadas, teniendo una capacidad muy reducida de personal y recursos para realizar estas revisiones físicas.

Estas dos versiones diametralmente opuestas entre los extraportuarios y Aduanas tienen en ascuas a los importadores, y estos ruegan para que las partes se sienten a conversar y se logren acuerdos que permitan volver a los tiempos normales.

Otro efecto que no debe minimizarse es el de la seguridad. Ello debido a los riesgos que conlleva que un contenedor, ya designado para ser revisado físicamente, permanezca por más de 20 días a la espera, tiempo en el que podría “blanquearse” cualquier ilícito, ya sea relacionado con contrabando o incluso drogas. Este último factor debería llamar la atención de las máximas autoridades aduaneras, ya que se están incumpliendo todos los criterios para mejorar el nivel de seguridad en las operaciones de comex.

Para graficar la dimensión de este problema, hasta hace algunos días solamente, STI en San Antonio tenía más de 400 contenedores pendientes para aforar.