EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

La Corte Suprema confirmó finalmente lo resuelto por la Corte de Apelaciones de Valparaíso en el pasado mes de agosto, ratificando la posición de la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV) en el litigio con el concesionario TPS por el bullado tema de las “cargas limpias”. En resumen, la resolución del máximo tribunal le da la razón a la posición de EPV en cuanto a que las operaciones de inspección que deben efectuarse a la carga no pueden ser realizadas en los sitios concesionados por TPS, y en cambio se establece el recinto ZEAL como el área en que los servicios fiscalizadores deben realizar las inspecciones.

Desde el punto de vista del interés general del Puerto, con este fallo se asienta y consolida el modelo logístico que está vigente desde hace una década en cuanto a que en los lugares cercanos al muelle de atraque solo pueden realizarse faenas de transferencia de carga.

Para el concesionario TPS, este último capítulo en la Corte Suprema lo obliga a lo menos a postergar la aspiración de convertirse en un terminal en que se pudiesen efectuar operaciones a la carga. Lo lamentable es que TPS había ya materializado inversiones significativas para dotar sus instalaciones con mayores comodidades para realizar las inspecciones.

La construcción y funcionamiento del recinto ZEAL obedeció en su momento a un diseño que se basó en definiciones estratégicas y que recogió las limitaciones de espacio que tiene el puerto de Valparaíso. Por ello se trasladó a varios kilómetros del puerto todas las faenas de inspección a las que debía someterse la carga como condición para el ingreso y retiro de la zona primaria aduanera. La situación comenzó a complicarse el 2014 debido a la demora por parte de Aduanas y el SAG en realizar las inspecciones, que podían tardar hasta 24 horas. A partir de ahí fue agudizándose el conflicto, debido a los reclamos de los transportistas de que sus camiones pasaban más tiempo esperando trámites que en la carretera, lo que detonó la crisis que escaló a niveles insospechados.

Para los usuarios, la vuelta al ZEAL tiene de dulce y de agraz. Por una parte, las agencias aduaneras tienen oficinas e instalaciones permanentes en el recinto, lo que les facilita operar en ZEAL. Lo negativo es la posibilidad que la duración de las inspecciones vuelva a ser lo era hasta antes de la crisis del 2014 y nos veamos enfrentados a otro conflicto. Aquí tienen la palabra las autoridades del SAG y la Aduana de Valparaíso principalmente, y es de esperar que monitoreen permanentemente los tiempos de inspección y no permitan que estos sean incompatibles con la dinámica actual de las operaciones aduaneras.

Al final de toda esta disputa los usuarios han sido los más perjudicados, pues los costos se duplicaron y hasta triplicaron con este brutal embrollo de las cargas limpias. Los importadores están soportando gastos que hacen menos competitivo al puerto de Valparaíso, pues han quedado a merced de un oligopolio de servicios obligados, lo que está amparado por la normativa vigente.