Según un reciente informe de la Cámara Chilena de la Construcción, es en el ámbito de la infraestructura portuaria donde se deben enfrentar mayores desafíos de cambio y donde apremian las respuestas debido a lo extenso de los plazos de ejecución de los proyectos.
De acuerdo al informe, se estima que para el período 2018-2027 se requerirá invertir US$ 5.242 millones en infraestructura portuaria: US$ 2.842 millones para cubrir la capacidad que cada terminal requiere a futuro y US$ 2.400 millones correspondientes al Puerto de Gran Escala, que dada sus dimensiones e importancia para el país constituye un proyecto prioritario. Es más, según el citado informe, el transporte de carga en el mundo se triplicará hacia 2050 y más del 90% de esa carga se movilizará por mar, confirmando el rol prioritario que tiene el sistema portuario para el comercio internacional.
Según el Boletín Estadístico Marítimo de la Dirección del Territorio Marítimo y Marina Mercante, en 2016 se movilizaron aproximadamente 145 millones de toneladas de carga en los puertos chilenos: 61,2 corresponden a exportación, 52,6 a importación, 27,6 a cabotaje y 3,7 a tránsito internacional.
El estudio destaca que Chile ocupa la posición 33 entre 152 países en el ranking general de competitividad, publicado por el Foro Económico Mundial. Entre 2014 y 2017, nuestro país avanzó ocho lugares en el índice global de infraestructura, con una calificación positiva en materia de vialidad y a nivel general. Sin embargo, en el caso de puertos y aeropuertos descendemos en el ranking respecto del informe anterior.
Sin embargo, factores propios del mercado global, como el desarrollo productivo de China o los impactos del Brexit, que modifican el escenario internacional, dificultan una proyección de largo plazo. Para el caso de Chile, existen dos temas principales: la estimación de demanda para los puertos de la zona central, que determinan la urgencia de disponer de mayor capacidad en un plazo definido; y la creciente necesidad de fortalecer el marco institucional, de manera que sea posible mejorar la eficiencia de las cadenas de carga eliminando costos y tiempos que podrían reemplazarse por operaciones automatizadas y transferencia electrónica de datos.
Cambios en el tamaño de las naves, irrupción de nuevas tecnologías para manipulación y seguimiento de la carga, variación en las energías de propulsión de los buques, restricciones de algunos mercados que avanzan hacia el proteccionismo; además de las agendas ambiental y de género, los cambios en los hábitos de consumo y las innovaciones en el campo de la logística, son algunas de las tendencias que están modificando el campo de la industria portuaria y que también tienen un rol de responsabilidad en la urgencia de fortalecer la infraestructura existente y desarrollar nueva.
Otro factor a considerar es la interacción del puerto con la ciudad y los desafíos logísticos que ello conlleva, para mantener una existencia armónica entre el sector industrial y la vida urbana, ya que los límites entre las instalaciones portuarias y el área residencial y comercial están cada vez más estrechos.