EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

Tal como se especulaba en el sector marítimo portuario, el Concesionario Terminal Cerros de Valparaíso (TCVAL) ha comunicado que no continuará con el proyecto de ampliación del Terminal 2, lo que es una mala noticia para los que creen que el destino de Valparaíso está férreamente asociado al desarrollo portuario.

Las razones que se han esgrimido para abandonar la concesión en abril del 2021 obedecen a las múltiples dificultades que enfrentaron los últimos 4 años en las aprobaciones ambientales, lo que por el tiempo transcurrido hacen inviable la factibilidad económica del proyecto.

Independiente del tema de la interminable burocracia del sistema de autorizaciones ambientales, es indiscutible que una parte de los porteños –los menos pero con harta resonancia, entre ellos el mismo Alcalde de Valparaíso– estaban en desacuerdo con la realización de la ampliación del Espigón, debido a que perjudicaba la ciudad en su desarrollo turístico y cultural. La mayoría, en cambio, más silenciosa, consciente del problema endémico de la falta de empleo en este puerto, era partidario de que se hicieran las inversiones, pues significaban nuevas fuentes de trabajo y además estiman que no existen incompatibilidades entre la ampliación del puerto y los intereses turísticos.

El asunto es que en este proyecto ganaron los fundamentalistas y perdió la ciudad-puerto, quienes ya se regocijan ante este nuevo fracaso que solo va a acentuar la crónica decadencia de Valparaíso.

En este panorama, la viabilidad de reflotar un nuevo proyecto para el Terminal 2, considerando todo lo que involucra una nueva adjudicación, permisos ambientales y periodo de construcción, se postergó fácilmente por 10 años.