EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

Observando los números del intercambio comercial de enero a mayo, ya es posible deducir algunas tendencias que expresan un menor dinamismo en las exportaciones respecto del 2018. En todo caso, las importaciones se mantienen prácticamente en los mismos niveles que el año anterior. Esto se explica por exportaciones que se redujeron en el periodo en un 4,1%, en cambio las importaciones cayeron solo un 0,9%. Debido a ello, la balanza comercial disminuyó un 24%, generando un saldo positivo en los primeros cinco meses del año de US$ 3.163 millones.

Sin lugar a dudas que la minería sigue siendo el producto más incidente en nuestras exportaciones; en el periodo analizado hubo menor cantidad de exportaciones mineras en comparación con el año pasado, con montos que alcanzaron los US$ 820 millones, cifra fuertemente influida por la reducción en los envíos de cátodos de cobre.

La baja del precio del cobre de alrededor de un 9% es el punto más incidente en el decaimiento de los embarques al exterior y la señales no son muy halagüeñas para el resto del año. La guerra comercial impulsada por Estados Unidos tiene en ascuas a la economía mundial, siendo China el país más afectado. En este orden de ideas, la menor demanda china ha presionado el pre  cio del cobre a la baja y, de concretarse las amenazas de Trump, es posible que tengamos que enfrentar una situación aun peor.

Hay otros sectores que también vieron mermadas sus exportaciones, como es el rubro frutícola, que descendió un 5,2%. El único producto que incrementó sus embarques fueron las ciruelas secas; el resto marca una tendencia a la baja.

Dentro del comportamiento plano de las importaciones figuran las compras de gas natural desde Argentina, situación que constituye una novedad luego de tantos años paralizadas y que en su tiempo produjeron tantos conflictos. Las importaciones de gas natural en estado gaseoso se acercan rápidamente a los US$ 200 millones y se espera que en lo que quede del año esa cifra siga creciendo.

Nos acercamos al término de un primer semestre difícil para la economía chilena, en que el estancamiento y la reducción de expectativas han sido la tónica, y que posiblemente nos lleve a rangos de crecimiento de 3% o menos.

Para la segunda mitad del año se espera un alza en la inversión y actividad económica, condición fundamental para cum  plir el piso de crecimiento proyectado por la actual administración. Ello, por supuesto, a no ser que las condiciones externas digan otra cosa.