EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

Expertos en comercio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), analizaron las tendencias comerciales de América Latina y el Caribe, y el impacto potencial del Covid-19 para la región.

En 2019, las exportaciones de América Latina y el Caribe entraron en una fase de contracción después de haber crecido en ritmos sostenidos en 2017 y 2018. Esta caída fue más acentuada en América del Sur (-6,4%) y el Caribe (-12,7). En cambio, en México (2,3% vs. 10,1% en 2018) y Centroamérica (2,6% vs. 3,3% en 2018) se vio una desaceleración con tasa de crecimiento positiva, pero menores al año anterior.

Según los analistas, esta caída se debe fundamentalmente a dos factores: el impacto de los precios y el estancamiento en los volúmenes exportados. Respecto del primer factor, el petróleo fue determinante, pero también otros minerales, a excepción del hierro que había tenido una tendencia alcista (36%), pero por causas extraordinarias, particularmente los acontecimientos en la represa Brumadinho en Brasil y otros eventos en Australia.

En cuanto al estancamiento de los volúmenes exportados, se establecen dos situaciones: países que están arriba del promedio latinoamericano (Argentina, Brasil, México, Paraguay, El Salvador y Uruguay) y países que están bajo esa media (Chile, Colombia, Perú y Venezuela).

En promedio, el año pasado las exportaciones crecieron solo un 0,3%, comparado con un 4% el año anterior. Y ese resultado incluso toma en cuenta, por ejemplo, el caso de Argentina (13%) o Uruguay (8%) que se habían recuperado de una sequía muy importante el año previo y por tanto crecieron mucho. En otros países, los embarques se estancaron o se desaceleraron, entonces se mezclaron esos dos aspectos, el impacto de los precios y la desaceleración de los volúmenes exportados.

Según el informe del BID, para este 2020 no se proyecta un cambio de tendencia, es decir la trayectoria de contracción se mantendría por los próximos cuatro o cinco meses, estimación consistente con lo que ya se empieza a prever en diversos organismos internacionales sobre una segura contracción del comercio mundial.

Sin embargo, este pronóstico todavía no incluye todo lo que podría derivar de la crisis sanitaria actual por la propagación del coronavirus. Esto se debe a que, hasta que no se controle el fenómeno sanitario, va a ser muy difícil hacer predicciones económicas. No existen antecedentes, por lo tanto es prematuro dimensionar cuantitativamente el impacto y solo es posible evaluar cuáles son los potenciales canales de transmisión económica de la crisis.

Respecto de los canales de transmisión en el comercio de bienes, el especialista explica que podría ocurrir un fenómeno poco común: shock de demanda y shock de oferta.

El shock de demanda quiere decir que los socios de América Latina que están expuestos al virus van a reducir sus importaciones, afectando a las exportaciones de la región. Se estima que Chile, Ecuador y Perú, y en menor medida Brasil y Colombia, serían los países más expuestos a este tipo de shock.

En tanto, el shock de oferta tendrá un impacto en las cadenas de suministro. Es decir, las empresas que cuentan con importaciones se verían afectadas en la medida en que esos flujos de importación paren o desaceleren por alguna razón. Como consecuencia habría un impacto en los commodities, lo que ya es visible en los mercados de petróleo, el hierro, el cobre y la soja. Algunos países con elevada exposición son Chile (cobre), Colombia (petróleo) y Perú (cobre).

En lo que respecta al comercio de servicios, el sector de viajes y turismo va a sufrir un impacto severo por la mayor propensión de riesgo de viajar. Los otros grandes sectores que se verán afectados de manera indirecta son el transporte y los servicios empresariales

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) evalúa dos escenarios respecto de las expectativas globales, uno de base y uno pesimista. En el escenario de base el crecimiento mundial se reduciría medio punto porcentual al 2,4%, en comparación con el 2,9% que se anticipada en noviembre de 2019. Mientras que el comercio global entraría en un terreno negativo con un -0,9%.

En un escenario pesimista, el crecimiento mundial llegaría al 1,4%, es decir la mitad de lo que se estimaba algunos meses. En tanto, el comercio global bajaría un 3,75%.

Ambos escenarios están sujetos a muchos factores de riesgo: comerciales, financieros, políticos y epidemiológicos.