EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

OEA290

Por Richard Browne, Gerente de Desarrollo y Calidad Agencia Browne

La repentina llegada a Chile de la pandemia Covid-19 sacó de su zona de confort, de letargo tecnológico, a los protagonistas públicos y privados de la cadena logística y aduanera del comercio exterior, quienes se vieron obligados a sustituir burocráticos procedimientos presenciales por sistemas remotos automatizados prescindentes de la presencia física e intercambio de papeles en las tramitaciones relativas a la importación y exportación de carga, mejorando en forma significativa la efectividad de estos procesos, sin lo cual habría sido imposible para el país manejar la crisis de congestión portuaria de los últimos dos años.

Paralelamente, durante el mismo período, Chile ha vivido una baja generalizada de confianza y credibilidad en las instituciones, con una sensación de impunidad ante cualquier tipo de ilícito, lo que derivó en un fuerte aumento de estos y del preocupante ingreso a nuestro país de sofisticados carteles delictuales internacionales que actúan con complejos tipos de modus operandi que incluyen hackeos dirigidos, tecnología de bloqueos electrónicos, infiltración, sobornos, ingeniería social, internación y uso de armamento de alto calibre, los que sólo veíamos de lejos en las noticias referidas a otros países de la región, para los cuales nuestras instituciones y actores logísticos no estaban preparados.

Esto ha sido aprovechado por las mafias para actuar con éxito en diversos delitos, entre ellos, el robo de carga de importación desde los almacenes portuarios y extraportuarios, los que han sido víctimas de engaños fraudulentos de suplantación que han resultado en la entrega de contenedores con carga a delincuentes que, con camiones contratados por estos últimos, sustituyen a los camiones legítimos y retiran cargas de alto valor y fácil reducción desde el almacenista, para luego reducirlas en el mercado informal.

Sorprendidos por este nuevo escenario, la reacción de algunos almacenistas ha sido volver a los ineficientes procesos presenciales y burocracias en papel, los que están lejos de apuntar a la causa raíz del problema, retrocediendo en forma importante en lo avanzado, generando sobrecostos, riesgos y demoras al resto de la cadena y a los dueños de la carga.

Justamente un camino que se ha adoptado en forma muy seria a nivel mundial, y que sí apunta a cautelar y defenderse contra las causas de fondo de este flagelo internacional es el “Operador Económico Autorizado” (OEA), cuya certificación asegura que operadores privados cuentan con una muy sólida estructura de seguridad contra el fraude, narcotráfico, terrorismo y lavado de activos.

A la fecha del último Compendio Mundial de Programas OEA publicado por la Organización Mundial de Aduanas (http://www.wcoomd.org/en/media/newsroom/), 97 países en el mundo ya estaban con programas OEA activos, y los acuerdos de reconocimiento mutuo entre países o grupos regionales (ARM) avanzaban en forma acelerada.

Siendo el paso por el almacenista de zona primaria el punto más vulnerable de la carga de importación y exportación para la comisión de ilícitos, cabe preguntarse por qué algunos países (Chile incluido) han dejado a estas entidades fuera de sus estructuras OEA, siendo que el 77% de las 97 naciones del programa mundial (comprendida toda la Unión Europea y Estados Unidos, entre muchos otros), las incorporan como un componente vital de la cadena de seguridad OEA.

Confiemos en que nuestras autoridades consideren estos factores, incentivando y privilegiando con beneficios a todos los actores que demuestren la solidez de sus estructuras de seguridad, y que los distintos protagonistas de la cadena de comex actuemos en conjunto contra este flagelo, cerrando filas hacia soluciones modernas, eficaces y de fondo.