Hace algunos días se dio amplia difusión en los medios al denominado “Acuerdo por Valparaíso”, que suscribieron el alcalde del puerto, el gobernador provincial y el presidente de la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV). El lanzamiento tuvo una notoriedad adicional ya que concurrió el presidente de la República.  

En este documento, que incluye una serie de aspectos relacionados con el desarrollo de la ciudad, temas turísticos, urbanos y mejora del borde costero, se incluye el futuro desarrollo portuario del Terminal 2 y otras obras portuarias complementarias; consiste en un proyecto más morigerado en cuanto al tamaño e impacto para la ciudad que el fallido plan de ampliación anterior. Ahora bien, este último proyecto es el mismo que dio a conocer hace ya algunos meses la EPV; sin embargo  hoy, con este lanzamiento se pretende darle un impulso y relevancia para finalmente avanzar en el desarrollo portuario de Valparaíso consiguiendo el apoyo de toda la comunidad. Cabe señalar que el alcalde porteño ha sido un hueso duro de roer en los anteriores esfuerzos por ampliar las capacidades del puerto y un claro detractor del proyecto primitivo.

El compromiso de la EPV es hacer los “estudios necesarios” para llevar adelante este nuevo proyecto del Terminal 2, por lo que, con los niveles de atraso que conlleva la “permisología” imperante, deberíamos entender que este “Acuerdo por Valparaíso” es una nueva declaración de buenas intenciones, pero tiene para rato para que este proyecto vea la luz.

Por ello es que, para los que ya llevamos varias décadas relacionados con el puerto, permítasenos ser un poco escépticos respecto de que este proyecto pueda ser siquiera iniciado en esta década; son demasiadas las veces que hemos tenido anuncios y promesas que al final han terminado en el más rotundo fracaso. Este “Acuerdo por Valparaíso” –según nuestra experiencia– huele más a una ya repetida declaración de intenciones que a algo concreto que tenga un cronograma de acciones efectivas para lograr las metas propuestas.