EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

Edmundo Browne V.

Un cambio radical se ha observado en los últimos meses en Aduanas en lo que dice relación con la fiscalización. De una política de décadas en que se privilegió la simplificación y automatización de procesos y trámites, Aduanas está cambiando rápidamente a una fiscalización más intensiva e invasiva, situación que no tiene precedentes en los últimos 30 años. Si bien las agencias hemos sentido un mayor celo y rigor en las revisiones ex post a que estamos sujetos, la novedad es el reforzamiento de la fiscalización a las empresas importadoras multinacionales. Funcionarios de este Servicio han contactado directamente a estas firmas requiriendo diversos documentos y antecedentes, incluso a veces excediendo el ámbito del comercio exterior. Ello está generando inquietud en las empresas, no acostumbradas a ser controladas tan de cerca por Aduanas.

En esta nueva política también ha influido el aumento de dotación en la planta de funcionarios aduaneros, los que han sido mayoritariamente asignados a tareas de auditoría. Indiscutiblemente se percibe un cambio en las reglas del juego que por largo tiempo han regido el comercio exterior en Chile. Pasar de una política de facilitación a ejercer un rol fiscalizador más severo sin que de por medio hubiese transcurrido un periodo de transición no es una buena noticia para el medio.

La cuestión que se plantea es si este nuevo afán fiscalizador es compatible con un país que definió sus políticas económicas a partir de la apertura al comercio exterior. La reducción de aranceles iniciada hace 40 años, sumado a la firma de acuerdos comerciales y TLC por doquier del último tiempo, supuso de paso cambiar diversos paradigmas en los criterios de fiscalización de Aduanas que venían de tiempos inmemoriales. La tendencia a aceptar lo que se conoce como el valor de transacción por sobre otras consideraciones y no cuestionar mayormente el comercio entre partes relacionadas fue otra de las políticas que imperó hasta hace poco, con el propósito, la voluntad y el espíritu de facilitar las importaciones y exportaciones.

Ahora en cambio, los cuestionamientos formales han pasado a tener un rol preponderante; por ejemplo, se da el caso del TLC con EEUU, en que Aduanas ha puesto reparos a certificados de origen por alguna desprolijidad formal. Sin embargo, precisamente este Acuerdo, en su esencia, prescinde de temas formales y se concentra en aspectos de fondo como que las mercaderías cumplan a cabalidad con las reglas de origen. Cabe precisar que esta insistencia de Aduanas en el acuerdo Chile-EEUU se ha encontrado con varias sentencias en contra de los Tribunales Tributarios y Aduaneros (TTA).

Es preciso hacer presente que las fiscalizaciones a las empresas importadoras se efectúan con posterioridad a la importación, por lo que por el momento no existen demoras en la gestión diaria que se efectúa ante Aduanas. En todo caso está por verse cómo se desarrolla este nuevo escenario y cuáles podrían ser sus repercusiones. Desde ya algunos especialistas opinan que podría entorpecer la fluidez de las operaciones con nuestros socios que mantienen acuerdos o tratados con Chile.