EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

Contingencia y oportunidades
Cristián Palma

Las presiones y tensiones que ha generado a nivel de empresas y gobierno la crisis derivada de la pandemia del Coronavirus (COVID-19) ha sido de las más importantes que hemos debido enfrentar en los últimos tiempos. En cierto sentido, la crisis subprime de fines del 2000 y el terremoto de 2010 generaron un remezón mayor que se asemeja en parte al actual, pero esta contingencia nos ha obligado a (re)pensar muchas de las definiciones operativas y regulatorias que dábamos por sentadas. Sin embargo, la tendencia y proyección de esta pandemia, con seguridad, va a superar con creces las consecuencias de las dos crisis anteriores.

Es sabido que las crisis también representan oportunidades de mejora y esta coyuntura no debiese ser la excepción. Darnos cuenta que tenemos que reflexionar acerca de nuestros paradigmas sobre cómo trabajar, sobre cómo hacer empresa, cuáles son las nuevas referencias en el mundo del trabajo,  cuáles son los espacios de mejora en la virtualidad de la gestión de los servicios públicos vinculados a las actividades de COMEX, son parte relevante de las lecciones que debiésemos sacar al final de esta crisis.

Dónde están los actuales baches de nuestro entorno regulatorio, dónde podemos avanzar de manera más decidida en aquello que parece evidente en un mundo que se tecnologiza a pasos agigantados, dónde están las nuevas tendencias del consumo y cómo esta demanda se satisface en un escenario en donde el cara a cara parece batirse en retirada para un universo importante de actividades económicas, son todas preguntas que debemos hacernos aprovechando la pausa obligada a la que muchos estamos sometidos.

Simplificarnos la vida superando barreras mentales y burocráticas que solo se justifican en normas que se dictaron en un escenario propio del siglo pasado y que poco o nada tienen que ver con el presente y menos aún con el futuro, son parte de este desafío que se evidencia con una crisis, más aún una de las características de la actual pandemia.

Un entorno normativo más consistente con las tendencias a un trabajo más autónomo y menos centrado en el “puesto de trabajo”, que además compatibiliza con las necesidades de cercanía con la familia y que tensiona menos el tema de la conectividad vial; la revisión de múltiples trámites de autorizaciones y permisos que se repiten entre instituciones públicas que tienen competencias traslapadas; el uso más intensivo de la firma electrónica en la validación de trámites que hoy se hacen con una gestión presencial que no tiene justificación alguna, más aún cuando la normativa pertinente lleva casi dos décadas de vigencia; la eliminación de trámites o certificaciones redundantes que hoy se extienden desde lo interno a la frontera, etc.

Como se aprecia, la pausa obligada de estos días tiene un efecto positivo que todos debemos saber aprovechar. Está en los responsables de hacer esa reflexión el estudiar y asimilar lo que hasta hace sólo algunas semanas era impensado, porque la vorágine del día a día no lo permitía o porque no era evidente que fuese tema. Hoy por hoy si es tema y nada nos garantiza que el día de mañana no nos veamos obligados a enfrentar una coyuntura similar, en donde el denominado “Plan B” debiese ser el escenario en que debiésemos estar operando.