EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

Edmundo Browne

Comienza un año que se presenta con variadas incertidumbres, entre las que se destaca el incremento en los contagios de Coronavirus de las últimas semanas. Esto ha significado retroceder en las medidas sanitarias y, comenzando ya la época veraniega, los pronósticos no son auspiciosos.

Paralelamente, ya comienzan a llegar las primeras vacunas; aunque es un proceso que durará meses, es un horizonte positivo en términos de poder combatir esta pandemia que se prolonga ya por casi un año.

En relación con el comercio exterior, el pasado 2020 se caracterizó por una disminución sustantiva en las importaciones, disminuyendo casi un 18% respecto del año anterior. Independiente de los quiebres o interrupciones en las líneas de producción y consumo que afectaron a la mayoría de los rubros, contrayéndose drásticamente los inventarios, el bajo precio del petróleo fue un factor que incidió significativamente en las compras al exterior.

En cuanto a las exportaciones, si bien algunos sectores vieron reducidos sus embarques por la contracción en los mercados mundiales, otros compensaron con creces los menores ingresos. En este caso, nítidamente se destaca el cobre, cuyo precio en el mercado mundial subió ostensiblemente. El metal rojo es sin duda el principal responsable de que incluso tuviéramos un leve aumento en los retornos.

El balance de la balanza comercial generó un superávit de aproximadamente US$ 12 billones, cantidad que no considera el movimiento del mes de diciembre.

Los desafíos e incertezas para este año en Chile no son poca cosa. Lo principal es lograr encauzar a la clase política, que se calmen un poco los ánimos, disminuya el nivel de conflictividad y se restablezcan las condiciones mínimas de gobernabilidad. Existe un nivel de confrontación y beligerancia que ha caracterizado a nuestro país desde que ocurrió el estallido social el 18 de octubre del 2019. Si bien la Pandemia, con las medidas de confinamiento aplicadas, impuso una cierta pausa en los desórdenes y actos violentos, nada garantiza que la violencia no vuelva a recrudecer. Existe un distanciamiento feroz de la clase política, hoy fraccionada en múltiples sectores, donde campea el populismo y las tendencias más extremas han impuesto el ritmo de la agitación social. El Poder Ejecutivo, por su parte, superado por la convulsión social en su momento, ha pasado por momentos de alta vulnerabilidad, viéndose comprometido el liderazgo para gobernar.

En este contexto, es de esperar que, en un año plagado de decisiones electorales y proceso constituyente, estas puedan ser un elemento catalizador acerca de adonde desea proyectarse nuestro país. Es muy deseable que impere finalmente la moderación y la cordura, y se den las condiciones mínimas para que Chile recupere la condición de ser un país confiable y de esta manera reactivar la inversión.