EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

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Edmundo Browne

El diario El Mercurio del 5 de diciembre pasado reproduce un informe de la empresa auditora EY que recopila información de 30 altos ejecutivos de diversas industrias en Chile que mayoritariamente tuvieron ventas por sobre los US$ 100 millones anuales el 2021. Este informe recoge información acerca de los principales problemas, tendencias y situaciones que existen en la cadena de abastecimiento. Unas de las quejas más recurrentes de los ejecutivos se relacionan, específicamente un 71%, con los problemas de logística y distribución y que estos se deben a retrasos en aduanas, prolongados tiempos de espera para carga y descarga y otras contingencias relacionadas con incumplimientos de tiempos de entrega y fallas en el almacenamiento.

De esta nota periodística y del contenido del Informe de EY, llama poderosamente la atención que dentro de las causales y riesgos en el proceso de “Suply Chain” se mencione a Aduanas como uno de los responsables de las demoras ocurridas en el último tiempo y también como factor de riesgo en el futuro. Esta afirmación refleja un desconocimiento brutal de la realidad de las operaciones aduaneras. Todos los problemas ocurridos en el último tiempo tienen su origen en las congestiones navieras, disponibilidad de contenedores, atoches portuarios, sobrecostos excesivos, manipulación de la carga y en caso alguno ha sido responsabilidad del sistema aduanero.

El asunto es bien simple, Aduanas dispone de una carretera electrónica que está estructurada en base a una plataforma tecnológica, que trabaja en tiempo real 7/24 y bajo la cual operan las agencias para transmitir las operaciones aduaneras. Esta gestión –con algunas pocas y aisladas interrupciones– es sólida y la tramitación aduanera demora solo minutos. Cualquier otra versión, opinión o percepción distinta es errónea puesto que la fluidez de las operaciones aduaneras funciona.

Por ello, la única conclusión posible ante tamaña inexactitud es que todavía no se conoce a nivel de alta gerencia, empresas consultoras y el mismo periodismo respecto de los pormenores básicos de cómo se mueve la cadena logística de comercio exterior.

Hemos dicho hasta el cansancio que los principales problemas de los últimos años, como consecuencia de la crisis social y luego la Pandemia, generaron una sobre liquidez de la economía, produciéndose una avalancha de importaciones y una descompensación de toda la secuencia de comex. Lo anterior ocasionó demoras en la carga y descarga de naves, fletes navieros escasos y caros, movimiento portuario con demoras gigantescas, onerosos sobre costos por sobre arriendo de contenedores y otros aspectos que no tienen nada que ver con el sistema aduanero chileno.

Es efectivo que en tiempos de Pandemia y al existir una buena parte de los funcionarios aduaneros trabajando en modo teletrabajo, se produjeron algunas demoras en los aforos físicos, pero hoy en día es un tema superado. Sin embargo ¿cuáles podrían ser los temas más débiles en la gestión de Aduanas? Pues bien, esos puntos flacos en cuanto a demoras hay que buscarlos en la gestión de materias que no están bajo la plataforma electrónica y que dicen relación con solicitudes administrativas, informes jurídicos, devoluciones de derechos que en algunas aduanas pueden tardar meses y otras gestiones afines. En todo caso, estos retrasos solo afectan gestiones que no están vinculadas con la operación diaria.

Ya está bueno que la comunidad usuaria de comercio exterior se interiorice con un poco más de detalle y prolijidad acerca de las distintas etapas, quiénes intervienen y quiénes son los responsables de una operación de compraventa internacional. No debería ser tolerable que se continúe disparando al voleo con información equivocada y esa responsabilidad recae en los altos ejecutivos de las empresas que son insuficientemente asesorados, las consultoras que hacen estudios con carencias básicas y falta de un mínimo de acuciosidad y profesionalismo y, por último, también del periodismo que, teniendo todas las herramientas para corroborar los datos, simplemente reduce su labor a transmitir y destacar en los titulares información que es inexacta, que solo confunde a los lectores y desinforma a la opinión pública.

Por último, también hay que hacer un mea culpa, ya que “quien calla otorga”: nadie del entorno aduanero salió a desmentir o a lo menos a criticar el trabajo realizado por la consultora. Por tanto, no nos quejemos después de la mala imagen que tiene nuestro sector en el ciudadano de a pie.