EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

aduana276

Edmundo Browne

Sobre mojado le ha llovido al Servicio de Aduanas en el último tiempo, luego que hace un par de meses emanaran fuertes críticas de los medios de comunicación al conocerse que el camión escáner que funcionaba en San Antonio habría cumplido su vida útil, no existiendo disponibilidad de repuestos para repararlo. Lo anterior fue justo cuando informes de organismos especializados señalaban que el puerto de San Antonio era una de las principales vías utilizadas para el tráfico de drogas. Esa noticia despertó críticas muy virulentas de algunos periodistas exigiendo la inmediata remoción de la actual Directora Nacional de Aduanas, pretensión que a todas luces aparece como desmedida, toda vez que la alta funcionaria lleva en el cargo solo unos pocos meses.

El otro episodio ingrato fue la detección de una operación de contrabando que operaba hace varios años y en que entre los involucrados aparecen varios funcionarios de Aduana; algunos de estos han sido detenidos por la PDI y se encuentra en pleno curso una amplia investigación. El ilícito consistía en ingresar mercaderías por el Aeropuerto sin el pago de impuestos, ello a través de una red que incluía a una empresa importadora, una firma de transporte expreso y contaba con la complicidad de algunos funcionarios aduaneros que efectuaban fiscalizaciones fantasma, permitiendo la introducción al país de diversos bienes sin el pago de derechos e impuestos. Aunque esta asociación criminal fue denunciada por el mismo Servicio de Aduanas y no por algún ente externo, hay un incuestionable daño a la imagen del este organismo; sin embargo, y sin intención de bajarle el perfil a estos graves delitos, este ilícito es un hecho aislado si consideramos el gran volumen de operaciones aduaneras que se cursan diariamente. 

Hace rato que es necesario repensar cómo debería funcionar Aduanas proyectándola para las siguientes décadas. En general, el que más mete ruido en el ámbito de Aduanas es la Asociación de Funcionarios (ANFACH) y sus peticiones normalmente están orientadas a temas de incremento de la dotación de funcionarios, aumento de la fiscalización física e incremento de multas. Pero la pregunta que cabe hacerse es ¿esas son las verdaderas prioridades que deberían preocupar a Aduanas hoy en día? Para partir contestando esta interrogante hay que definir cuáles son los objetivos fundamentales que deberían orientar el quehacer de este Servicio y los desafíos para el futuro. Según la evidencia disponible, las principales preocupaciones de Aduanas deberían ser el control del tráfico de drogas y estupefacientes, la protección de la propiedad intelectual y otros ilícitos relacionados con las redes criminales que puedan perforar el sistema aduanero e impactar en la recaudación de gravámenes. 

Para todo ello, el tema comienza por definir una estrategia para actualizar y proyectar la labor de Aduanas en los próximos años. La primerísima prioridad debería ser el dar un salto cualitativo en cuanto al uso de tecnología, que –además de proveer los medios para una fiscalización inteligente– pueda contar con una capacidad de análisis de datos muy superior y comenzar una verdadera revolución en el enfoque y acción de este organismo. Está demostrado y existe evidencia suficiente de que se detectan más ilícitos por el análisis avanzado de datos que con seguir haciendo más de lo mismo.

Para hacer estos profundos cambios, es indispensable contar con el interés y compromiso del Estado, pues el nivel de conocimiento e interés a nivel ministerial respecto del funcionamiento del sistema aduanero es muy precario y en general la historia nos dice que Aduanas es todavía una caja negra para los estamentos altos de la actividad gubernamental. Este escaso conocimiento también afecta al sector privado y se sabe muy poco de la verdadera contribución que hace la actividad aduanera al desarrollo del país. Una vez que el Estado (y digo Estado pues esta necesidad excede al gobierno de turno) pueda definir los nuevos desafíos y defina una estrategia para el futuro, se debería comenzar a invertir recursos importantes y al mismo tiempo modernizar la Ordenanza de Aduanas y hacer los cambios indispensables para darle un marco jurídico actualizado a un texto legal que pide a gritos ser sustantivamente modernizado.