EDICIÓN NÚMERO 309 MAYO 2024

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Edmundo Browne

Nuestro origen porteño nos obliga a abordar la tragedia ocurrida el pasado enero en Viña del Mar con los desastrosos incendios con resultado de 134 víctimas fatales y con la destrucción de miles de viviendas. Entre las otras pérdidas sensibles se encuentra el Jardín Botánico (llamado en nuestra infancia Parque Salitre), lugar entrañable que visitamos y disfrutamos en nuestra niñez, luego con nuestros hijos y no hace mucho con los nietos. 

Es imposible sustraerse de lo acontecido y hay que entender que Viña nació como una prolongación natural de Valparaíso, puerto antiguo e insigne que todavía llamamos “puerto principal”. Haciendo un poco de historia, como consecuencia del violento y fatal terremoto del año 1906, la mayoría de las casas de Valparaíso fueron destruidas, lo que significó que muchas familias porteñas debieron trasladar su residencia a la ya prometedora Viña del Mar, ciudad vecina, en estado incipiente por esos años, y que con el tiempo se fue transformando en el dormitorio de la mayoría que continuó trabajando en Valparaíso.

No vamos a descubrir ahora el proceso de deterioro que ha sufrido Valparaíso en las últimas décadas, en que la fealdad, suciedad y delincuencia se instalaron en el viejo puerto. Los brotes verdes que se generaron con motivo del azuge del turismo han sido paulatinamente aplastados por la inseguridad, malos olores y los grafitis que hacen hoy en día que el centro del puerto se encuentre en un estado lamentable. 

En cuanto a Viña, lamentablemente ha seguido pasos similares; las principales calles viñamarinas –otrora lindas vías con su reconocido señorío– se convirtieron en unos verdaderos mercados persa, en que el lumpen se apoderó de la también llamada “ciudad jardín” y la decadencia continúa inexorable, ante la pena y desazón de toda la comunidad, pero muy especialmente para los que nacimos y crecimos en esta ciudad. 

La tragedia de los incendios en Viña forma parte de un abandono que ha sufrido esta zona y será muy difícil reconstruir la letal destrucción; sin embargo, el ser humano en los momentos más duros saca a relucir nuevas fuerzas y es de esperar que las autoridades y comunidad porteña, con la ayuda de todo el país, pueda volverse a poner de pie y la región salga fortalecida del tremendo infortunio por el que han pasado. 

Me tomé una pequeña licencia en esta oportunidad, pero el terruño donde uno nació siempre estará presente en nuestras vidas, sobre todo en momentos tan aciagos y tristes como el que está ocurriendo en Viña del Mar.